* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

domingo, 14 de julio de 2013

Turandot

Aunque últimamente me faltan horas en el día, antes de cerrar la semana quiero culminar una historia que tenía pendiente de publicar, y que les aseguro que no olvidarán en las próximas 'mil y una noches':

"...En Pekín, en tiempos de María Castaña (la leyenda no ubica la siguiente historia en ninguna época determinada), paseaba una gorda princesa china, borde como ella sola, y de nombre Turandot. Mientras se zampaba un rollito de primavera, decidió proclamar a los cuatro vientos del Este que sólo se casaría con aquel pretendiente que, siendo digno de ella, consiguiera superar sus tres pruebas. El que fracasara en el intento, moriría. Para que andarnos con tonterías...

Por lo visto, su abuela murió abandonada y violada a manos de su prometido y este hecho marcó de por 'Leben' a nuestra protagonista de hoy. 

Empezaron a llegar pretendientes de todos los reinos y, tal cual llegaban, empezaban a caer como moscas. El primer decapitado fue un apuesto príncipe persa con un cabezón como los de las fiestas del Pilar. ¡Qué rueden las cabezas! La piedad no existía en el vocabulario de la gorda y borde princesa china; ahora, eso sí, seguro que era capaz de engullirse cuatro patos al día.

De repente, un desconocido no muy apuesto, y procedente de no sé qué reino, quedó cegado por la belleza de la princesa -viva la subjetividad de los sentidos- y decidió apuntarse al sangriento jueguecito.

Su progenitor, un ex-rey de alguna tierra asiática, desterrado y enfermo tras su última derrota campal, aparece en manos de su linda esclava Liu, desaconsejando a su hijo participar en semejante treta matrimonial. Pero ya saben -y si no lo saben ya se lo digo yo- que el amor es ciego, y el desconocido decide hacer oídos sordos a su progenitor y seguir adelante con su Anmeldung (registro oficial). El dolor y desesperación se apodera del anciano padre, y sobre todo de la esclava Liu, que en secreto, y desde su más tierna infancia, sufre de almorranas, digo... de amor por el desconocido.

Suena el gong y la gorda y borde princesa china empieza a soltar acertijos:

1) ¿Quién es el fantasma que cada noche nace de nuevo en el hombre y muere cada día?

El no-muy-apuesto desconocido se pone los dedos pulgar e índice sobre las sienes y contesta: La esperanza.

2) ¿Qué es lo que flamea como una llama y no es fuego, y arde como la fiebre, pero se enfría en la muerte?

La técnica de los dedos tocando las sienes sigue funcionando y el nada apuesto pretendiente contesta: La sangre

La gorda y borde princesa china se empieza a poner nerviosa: ¡Joder, joder, joder, que me voy a tener que casar con este desconocido....!

3) ¿Qué es lo que quema como el hielo, y cuánto más frío es, más quema?

El desconocido duda, la inspiración empieza a flaquear y la china gorda empieza a proferir grititos de júbilo rememorando su colección de cabezudos. Pero, de repente, a punto de "pasapalabra", el no-muy apuesto pretendiente levanta la cabeza, la mira fogosamente a los ojos y grita a pleno pulmón: Turandot.

¡Gong! ¡Prueba superada! ¡Ea ea ea Turandot se cabrea! La china, y también princesa, se niega a aceptar su derrota, pero el rey obliga a su hija a cumplir su palabra. El desconocido, enamorado, y ante la desesperación de Turandot, decide darle una nueva oportunidad, y le propone un último acertijo.


Si ella adivina su nombre antes del alba, él morirá, y ella será libre de nuevo. Inmediatamente, la princesa gorda del lejano Oriente, dicta sentencia de muerte para todo aquel que, conociendo el nombre del desconocido, no lo desvele antes del alba.

La linda esclava Liu, torturada por Ping, Pang, Pong, confiesa que conoce el nombre del pretendiente -de hecho ya sabemos que está coladita por él- pero se niega a desvelarlo, anteponiendo su vida a la de su amor secreto; coge un puñal y se suicida... ¡Esto sí que es amor! El no-muy-apuesto desconocido, que no da crédito a la escena recién contemplada, se encara con la china gorda, y princesa, y le recrimina desesperado su fría y sangrienta actitud.

Harto del juego y de tanta sangre derramada, el desconocido se rinde, le planta un cálido beso a Turandot, de esos que derriten el hielo, y le desvela su nombre: Soy Calaf, hijo de Timur y príncipe de no sé dónde. En es mismo momento, la vida de Calaf queda en manos de la china gorda. Ambos se acercan al padre de Turandot, y éste pregunta a su hija si ha averiguado el nombre del desconocido.

Turandot responde: sí, se llama AMOR. Amanece y suenan las trompetas..."



¿Qué les ha parecido? Pues esta es la famosa ópera incompleta que Puccini compuso a finales del siglo XIX. El sábado pasado, los españolitos residentes de este pueblecillo de Alemania... de Este, disfrutamos de esta preciosa ópera, en un idílico escenario al aire libre, en plena catedral de Erfurt. Una velada inolvidable de auténtico lujo, llena de 'mil y una' anécdotas divertidas. Qué sano es reír.

Por si no les suena la ópera que les acabo de contar -que lo dudo- les dejo su aria más famosa, en la que todo Pekín se supone que está en vela para descubrir el nombre del desconocido antes del amanecer. (Nessun dorma - Nadie duerma!). En este mismo momento estoy de pie y aplaudiendo.

El resto de la semana, se pueden imaginar, trabajo, deporte, barbacoas, salchichas, y todo con un salpimentado solar totalmente inesperado. Ah! y el envejecimiento oficial de mi querido Teufelcillo, con fiesta de celebración a lo grande; pero sobre este acontecimiento ya les contaré la semana que viene.

Hasta entonces, sean buenos, pero no mucho....


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