* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

martes, 26 de noviembre de 2013

Party nº7

Hola, ¿qué tal?

No sé si se acordarán ustedes de la famosa en el mundo entero, o por lo menos en el pueblo entero, Party nº5...



Sí hombre sí, la gran fiesta del año de mi querido pueblecillo de Alemania...del Este, donde las grandes fortunas del lugar airean sus mejores galas en el hotel más lujoso del centro (pura definición geográfica). Para que se hagan una idea, es como un fin de carrera pero en versión adulta; no por el contenido sexual, que también, sino por las arrugas que se visualizan a lo largo de la noche. En menudo berenjenal me estoy metiendo yo solito. A ver ahora cómo salgo de él...

Bueno, lo que les quería contar realmente es que el sábado pasado viví mi particular Party nº7, vamos mi tercera party nº5. Uno es así de original, y no quiere perder la cuenta. No les desvelaré, de momento, el número de Party que me verá decir adiós a este pueblo...

¿Y a que no adivinan con quién acudí al magno evento? Pues sí, con mi comuna vecinal al completo: los Königen von Oben, la bella Julia & el croata, y los KIA. Por parte española, tuve el glamouroso acompañamiento de los progenitores de mi querida y definitivamente incorporada al juego familia numerosa. Y como estrellas invitadas, este año disfrutamos también de la presencia de mis queridos Teufelcillo y Pedro que, aún hablando alemán con un ligero y extraño acento, se integraron perfectamente en el grupo.

Vamos, que el sábado pasado formamos lo que se dice una gran cuchi-panda.

Todos, con mayor o menor acierto, lucimos nuestras mejores galas. Yo les diré que, dieciocho años después, por fin he jubilado mi traje de fin de carrera. Y todo, gracias a que Purificación García decidió cederme este verano -previo pago- uno de sus trajes de temporada. Parece que la diseñadora gallega quiere experimentar en el mercado teutón y qué mejor para lucir sus diseños, que mi hiper-trabajado cuerpo Serrano. (No se aceptan comentarios).

Total, que la noche fue muy divertida.

Siempre me alargo tanto en los prolegómenos de lo que les quiero contar, que cualquiera llega al final del blog...

Un momento de la noche. De mayor no creo que me dedique a la fotografía.

En fin, para no hacerlo muy largo, les desvelaré siete reglas básicas para un exitosa Party nº5:

- Si no se saben hacer el nudo de la corbata, no se preocupen, lo busquen en youtube. Si ven que la corbata queda muy corta, es que se habrán hecho un nudo Windsor doble y el que ustedes querían hacer era el sencillo. Las burbujitas indepentistas catalanas no ayudan, pero entretienen.

- Si beben, no busquen al fotógrafo oficial de la fiesta, y mucho menos se pongan en todos los ángulos de sus creaciones artísticas. El día después tendrán la sensación de que todas las fotos lucen el mismo color que el forro de su chaqueta. Con esto de los fotógrafos, uno ya tiene muchas tabletas; sólo le falta la tableta abdominal... 

- Si bailan con alguna desconocida con vestido asimétrico -nada por delante y todo por detrás-, déjense llevar por la música, y disfruten... Ahora, eso sí, si notan que se les rompe la suela del zapato a mitad del baile, sonrían, disimulen y no levanten mucho el pie del suelo para que la suela no se termine de romper del todo. 

- Si le piden algo al DJ, no esperen nada a cambio. Los DJs por estos lares no son especialmente empáticos con la situación y nunca, digo bien, nunca complacerán sus deseos. Este año la canción más pedida fue "matador" (con perfecto acento inglés, por si colaba). Pero no coló. Eso sí, las risas que se echarán a cambio, compensarán con creces la no consecución del objetivo.

- Si han honrado a San Mojito, y deciden compartir su oración con una bella mujer, cuenten con la posibilidad de que la bella mujer decida apropiarse de su oración, y usted tenga que empezar otra nueva.

- Si deciden extender la oración a Dioniso, o a cualquier de sus santos familiares, cuenten el número de veces que le presentan la misma persona a sus amigos. A la cuarta presentación, la conversación con la susodicha persona multi-presentada se puede tornar algo repetitiva y poco natural... Eso sí, nunca pierdan la sonrisa. 

- Y por último, si deciden abandonar el juego, siempre, siempre despídanse de sus seres queridos de manera efusiva, y tan pronto lleguen a casa no olviden inundar su cuerpo, que no su casa, con agua. Se pegarán toda la noche yendo y viniendo... pero el día después, su cerebro se lo agradecerá .

Ya ven, todo un manual para no triunfar en la Party nº5, basado no sólo en la propia experiencia. No intenten adivinar cuál o cuáles de las reglas básicas anteriores son propias y cuáles ajenas. Seguramente no acertarán, o sí, vaya usted a saber, que mis queridos lectores surrealistas son muy listos...

¿Alguien se apunta a la Party nº8?

domingo, 24 de noviembre de 2013

El Metropolitan...

... o Metropo para los amigos, fue mi queridísimo gimnasio del alma durante mi última estopa, quien dice estopa dice etapa, en mi querido país de procedencia. Allí, digamos que me dediqué a ejercitar con regularidad vespertina mi cuerpo Serrano.

Para que se hagan una idea aproximada del cuerpo Serrano que luce este españolito, les confesaré que pertenezco al grupo de los especímenes de gimnasio que, una vez terminada la primera serie, se quedan sentados en el aparato viendo la TV. Y si no es interesante lo que ponen en la TV, pues a pensar en las avutardas se ha dicho. Claro, todo hasta que viene algún miembro del otro grupo de especímenes de gimnasio -yo ando de perfil y así me veo en el espejo- y se interesa por el aparatito en cuestión.

Y digo yo, ¿no hay más aparatos libres? Con lo bonitas que son las avutardas, con su plumaje rojizo y negro y el cabezón blanco, y tan gordas que casi no pueden volar... Pero bueno, te levantas del aparato y te vas.

Eso sí, a correr por el parque con mi querido brother y al karaoke-spinning con mi querida María Jimenez no me ganaba nadie. ¡Qué tiempos aquellos! Aunque no se lo crean, de vez en cuando aún echo de menos esas tardes psico-descojono-deportivas que, además, siempre culminaban con una sesión de spa-terapia, de ésas de "me encantan las pasas".

Total, que desde que comenzó mi bloggeada expatriación -ya he perdido la cuenta de los años- me dije a mi mismo: "tengo que encontrar un gimnasio guay del Paraguay, donde poder desconectar de mi rutina perso-pueblo-profesional".

Uno ya presagiaba -ya saben que Lola me lo chiva todo- que la aventura iba a ser intensa de grado nueve en la escala Richter (el máximo es diez), y que un buen recinto deportivo podría ser muy recomendable para sobrellevarla. Presagio cumplido. Hombre, tampoco se pongan ahora a escribirme para que les adivine el futuro, porque Lola va un poco por libre; vamos que me cuenta lo que le da la gana.

Gracias a este indiscreto blog, ustedes, mis queridos lectores surrealistas, ya han conocido algunas de mis aventuras en este pueblecillo de Alemania...del Este, y sí , ha habido momentos muy divertidos. Pero si les digo la verdad, había algo etéreo que me pedía a gritos abrir nuevos horizontes. Así que abiertos están. Después de casi dos años y medio -ya he recuperado la cuenta- he encontrado mi particular Metropo teutón: ¡oe, oe, oe...!

Mientras tomaba esta foto, me viene una tía y me dice: Menos jugar con el móvil y más entrenar...

El recinto lúdico deportivo del que les hablo está situado en Erfurt. A cualquiera que se lo cuento se piensa que estoy loco. Hombre, y algo de razón no le falta. Y es que hacer 70km para ir simplemente a un gimnasio tiene su aquel. Pues sí, 70km de ida y 70km de vuelta; y tan feliz...

La semana pasada estrené el Metropo a lo grande. Me han puesto un flamante entrenador personal -me imagino porque han percibido mi relación avutardada con los aparatos del gimnasio- y oigan que, de momento, le hago caso y todo. Sebastian, el entrenador en cuestión, es un ex-ciclista profesional que lleva en sus piernas nada más y nada menos que 7 Tours de Francia, 3 Vueltas a España y 2 Giros de Italia.

Les juro que cuando me lo contaba, yo alucinaba en casi todos los colores. Me dio casi hasta vergüenza explicarle que yo también llevaba toda la vida haciendo deporte: tenis, natación, medias maratones... Me parecía todo tan nimio comparado con sus cuadriceps.

Total, que Sebastian me hizo el típico reconocimiento, control, plan de entrenamiento y todo muy guay de la Asunción (capital de Paraguay)... Y cuando me preguntó por mis objetivos, ya me ven explicándole mi deseo de complementar la actividad física semanal que, hasta la fecha, siempre se había basado en nadar y correr.

Pues ¿saben a qué me dediqué durante mi primera sesión de entrenamiento? A correr durante una hora en la cinta. ¡Manda huevos complementarios!. Y para más inri, las cintas disponen de unas bonitas pantallas planas integradas donde se pueden visualizar avutardas. ¡Lo que me faltaba!.

Pero oigan, que aún y todo, regresé a mi querido pueblo de Alemania... del Este, más feliz que una perdiz (prima de la avutarda).

Ya saben, pongan un Metropo en su vida, porque... la belleza no sólo está en el exterior.

Tschüss

domingo, 10 de noviembre de 2013

Hala, venga, tira

El viernes pasado llegué tarde al trabajo. La razón: un atasco de doscientas narices y de difícil explicación. Les cuento.

Todas las mañanas voy al trabajo por la misma ruta centro, dícese de las calles más transitadas del pueblo, para empaparme del bullicio matinal; bueno, bueno, con el bullicio... Éste lo conforman básicamente elementos de la tercera de edad paseando, de la segunda yendo a trabajar, y de la primera mono-patinando al colegio.

Para situarles un poco más les diré que el pueblo está seccionado en dos partes desiguales por una bonita y ruidosa vía de tren que, además de afear la postal del pueblo, crea las típicas comparaciones entre los que viven a uno u otro lado de la vía. Digamos que un lado está un poco más empobrecido y abandonado que el otro. Los habitantes de uno y otro lado quedan unidos por tres calles paralelas que cruzan por debajo de la vía. Aunque la distancia al trabajo es prácticamente la misma por cualquiera de las calles, este españolito decidió, ya hace mucho tiempo, cruzar siempre por la del medio, la más concurrida, por lo dicho, para respirar algo de normalidad bulliciosa matutina.

Pues hace unos meses, esa normalidad bulliciosa se transformó en pesadilla. Resulta que una de las tres calles quedó cortada por unas obras y claro, todo el mundo se vino a 'mi' calle a celebrar el amanecer. Menudo follón se montó, esta vez sí, de mil narices.

Ahí estábamos todos los coches totalmente bloqueados, sin avanzar ni un ápice y sin ningún policía que se dignara a regular el tráfico. ¡Manda huevos! Un único policía en el cruce habría resuelto el embrollo en veinte minutos. A posteriori me explicaron que la 'Polizei' del pueblo no asume la función de regular el tráfico. Y digo yo, ¿para qué están entonces?. ¿Para hacer controles a españolitos de madrugada los fines de semana?

De verdad, fue desesperante. Pero el cúmulo de la desesperación me lo produjo la falta de sangre de mis queridos conciudadanos. Oigan, ¡ni un solo pitido de coche! Bueno, esto más que falta de sangre creo que se denomina civismo, pero en ese momento, qué le voy a hacer, me acordé de todos y cada uno de los conductores colindantes, por apáticos y por faltos de sangre. Por favor, ¡que alguien haga algo!. Pues no, todos en fila indú y ya nos tocará el turno.

Uno está hecho de otra pasta y, pasadas casi ¡dos horas!, no pude aguantar más. Como diría una buena amiga, haciendo honor a su cantante favorita: ¡se acabó!. Cogí mi coche, lo aparqué en el supermercado que tenía a mi lado en ese momento, y me fui andando a trabajar. 

Este capitulo que les cuento sucedió realmente hace unos meses, y lo tenía ya prácticamente olvidado, pero es que el viernes pasado, de repente, empezó a ralentizarse paulatinamente el tráfico, y claro, uno empezó a alterarse también paulatinamente. Ya me ven en mi coche como queriendo empujar al de delante y rebuznando en perfecto español: "¡¡hala, venga, tira!!" 

Pero como se podrán imaginar, el colega "hala, venga, tira" ni se inmutó. A lo mejor debería haber dicho algo así como: "Verdapmf, fahr, los". (Disculpas a mis queridos  lectores teutones). En cualquier caso, "hala, venga, tira" y este españolito llegaron juntitos -distancia mínima de seguridad de cinco centímetros- a un punto de no retorno, en el cual todos los coches quedaron parados. " Fenomenal, ¿qué  narices habrá pasado esta vez?"

Por suerte esta vez no había pasado nada. Fue el típico embotellamiento producido por peatones que cruzan legalmente por su paso. Elementos de tráfico varios que, cuando se proliferan más de lo normal, provocan un tapón por el simple hecho de respetar las normas a rajatabla. Vamos, igualito que en España. Así que cuando me tocó a mi el turno del paso de peatones, dejé pasar a la abuela, al niño, a la madre, al perro... Me faltó bajar la ventanilla y decirle al que venía a lo lejos: "usted también, pase, pase..." (bueno, todo esto en imperfecto alemán).

Uno de los pasos de peatones ralentizadores
Superado el paso de peatones,"hala, venga, tira" y yo seguimos avanzando cual caracoles al ajillo, hasta que llegamos a otro punto de no retorno, donde un semáforo en rojo parecía querer "descojonarse" de mi. Me rendí, puse la radio a tope y, con la cabeza reposando sobre la mano, esbocé unas sonrisas. Eso sí, cuando el semáforo "cabrón" se puso verde, me faltó tiempo para pitarle a "hala, venga, tira" para que se diera un poquito de vida. No me pude aguantar, lo siento... Ya que iba a llegar tarde, por lo menos probaba si la bocina de mi coche funcionaba correctamente.

La famosa vía del tren y el semáforo "cabrón" (perdón por la expresión)

Por la noche, de regreso a casa -mi 1/3 de villa está situada en el semi-alto de una colina- el acelerador tuvo que aguantar pacientemente el peso de mi pie, que inquieto ansiaba llegar al hogar. Pues oigan, que el no-tengo-ni-idea-quién-es vecino de una villa de la calle, me hizo gestos con los brazos. Pensé: "o me está haciendo la ola en señal de bienvenida, o me está echando la bronca por subir la calle en plan rally".

No perdí mucho tiempo en la reflexión, más bien le ignoré, aunque sinceramente mi sangre me pidió mandarle a la "Scheisse".. Y digo yo, ¿por qué la gente se preocupará tanto por los demás? ¿aburrimiento? ¿control? ¿educadores viales?

En fin, la vida... y el tráfico. Que todos los problemas sean como éste, ¿verdad?

Ya saben, si conducen, tengan paciencia y, sobre todo, no "whatsapeen"... Consejos de españolito.

Hala , venga, tira... Tschüssssssss (bye bye)


domingo, 3 de noviembre de 2013

La Virgen de la Cueva

Si hace unos días les hablaba de la patrona de Zaragoza, la Virgen del Pilar, hoy quiero presentarles a la en-mi-imaginación patrona de este pueblecillo de Alemania... del Este: la Virgen de la Cueva.

Haciendo buen uso de la línea editorial característica del blog, les diré que esta santa mujer se pega todo el día tirándonos pozales y más pozales de agua. Que sí, que está genial ver llover, uno, dos, tres días... pero al cuarto, la verdad que te acuerdas de la Virgen de la Cueva y de toda su santa familia.

Desconozco la leyenda o tradición histórica que pueda explicar ese momento en el que la Virgen María saltó del Pilar a la Cueva, pero los cánticos populares no engañan y por aquí hasta aciertan: que llueva, que llueva la Virgen de la Cueva... 

Si la Virgen de la Cueva sigue este blog -mi agnosticismo me hace dudarlo- seguro que me mandaba al purgatorio de Dante, por frívolo. Pero bueno, si no queda más remedio, pues ahí que me tendría que quedar una temporada rezando a mi santoral: San Mojito, Dioniso, Mocedades etc. Eso sí que sería una "divina comedia".

Ya perdonarán mi animadversión con la lluvia, pero es que uno es del Sur -como Rafaella Carra- y es fan incondicional del astro rey. La cuestión es quejarse por algo, porque realmente este año parece que sí vamos a disfrutar -de hecho ya lo estamos haciendo- del otoño en todo su esplendor. Si recuerdan bien, el año pasado nos tragamos el invierno tan rápido que, claro, al final hubo empacho generalizado y duradero... ¡y qué mala fue la digestión!

Pero este año no. Este año las hojas se han caído a su debido momento -muy bonito todo- y el bosque rezuma, pues eso, hojas, con el consiguiente beneficio para las rodillas al poder correr sobre una acolchada y frondosa alfombra natural.




¿Sabían ustedes que el bosque de Turingia -la región donde se encuentra mi famoso pueblecillo de residencia- es conocido como el corazón verde de Alemania? Pues si no lo sabían, ya lo saben: Thüringen Wald, das grüne Herz Deutschlands (El bosque de Turingia, el corazón verde de Alemania).

En fin, que esta semana no ha sucedido nada especialmente surrealista: Niños disfrazados y enloquecidos cantando no precisamente al unísono; las floristerías vendiendo más flores que en todo el resto del año; los muertos resucitando y deambulando por las calles... Ya saben, el día a día.

Y este españolito, después de un puente de cuatro días, está más fresco que una lechuga. Y es que, algo tengo muy claro, no hay pozal de agua suficientemente grande como para recluirme en mi 1/3 de villa (no estoy muy convencido de esto que acabo de escribir).

En cualquier caso, hoy he realizado un duathlon: natación con todos los personajes típicos de la piscina -uno ya está acostumbrado a los golpes-; y por la tarde, una vez la Virgen de la Cueva ha tenido a bien dejar de tirarnos agua, he salido a correr un poco.

Los trolls apagan la luz del bosque a las 5pm, los jabalís salen a pasear y, por la seguridad vial, se hace muy recomendable buscarse caminos alternativos al corazón verde alemán. Así que nada, he disfrutado de la actividad febril del centro del pueblo un domingo por la tarde. Para que entiendan el concepto febril, les dejo una foto.



Básicamente, este españolito consigo mismo y su mecanismo, el castillo al fondo, y claro, la Virgen de la Cueva ha debido pensar: "para tirarle agua a este colgado, me guardo los pozales para otro día y así puteo a más gente". 

En fin, por la Virgen de la Cueva, para que haga un estudio geográfico en condiciones y se dedique a tirar pozales de agua allá donde haga falta, que por aquí estamos ya servidos. Por cierto, el patrón real de éste mi querido pueblecillo de Alemania.. del Este es, casualidades de la vida, San Jorge.

¡Buena semana!