* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

viernes, 28 de febrero de 2014

Lágrimas de desolación

Permítanme que hoy, excepcionalmente, me salga de la línea editorial surrealista característica del blog.

Aunque intentara poner un punto de humor, hoy no me saldría, porque las lágrimas de desolación de una amiga me han desbordado.

Seguro que recordarán los dos posts más exitosos del blog:

I love Cataluña y I love Cataluña 2

Si consiguieron llegar al final del segundo, recordarán que les hablé de una amiga catalana con la que viví unos momentos muy especiales en un precioso pueblecito de la Costa Brava: Calella de Palafrugell.

Nos remontamos a la primavera del año 2003.

Sí, la hermosa mujer de melena ondulada y ojos verdes que parió a tres churumbeles (uno de ellos este españolito) acababa de pasar a formar parte del numeroso grupo de estrellas que nos iluminan diariamente desde el cielo.

Esa primavera fue complicada, pero esta gran amiga -fuente inagotable de alegría y optimismo- y su familia, me acogieron durante una semana en ese precioso pueblecito catalán. El cariño que me regalaron fue tal, que nunca lo olvidaré.

Pues ayer, estando en mitad de una reunión -de esas en las que las ambiciones de los participantes se atropellan por conseguir uno de tantos objetivos- esta amiga me llamó entre lágrimas de desolación.

Su historia no la escribiré por respeto, pero sinceramente, se me cayó el alma a los pies.

De un puñetazo recuperé la perspectiva perdida las últimas semanas. ¡Mis problemas eran una auténtica MIERDA!.

De verdad, no nos creemos problemas donde no los hay -me imagino que muchas veces sólo para captar la atención de los que nos rodean- y hagámonos la vida fácil y divertida.

He querido escribir estas espontáneas líneas de homenaje a mi amiga, primero para que sepa que no está sola -porque no lo está-, y segundo para recordarme a mi mismo y recordarles a todos ustedes, mis queridos lectores surrealistas, lo que se supone que sabemos, pero frecuentemente olvidamos:

Esta vida hay que disfrutarla al máximo HOY, no mañana.

Mi amiga saldrá adelante, no tengo ninguna duda. Con tiempo, su fuerza, alegría y optimismo volverán a manar, y conseguirán borrar esas amargas lágrimas de desolación que hoy todo lo nublan.

Desde este pueblecillo de Alemania... del Este, un abrazo repleto de cariño.


martes, 25 de febrero de 2014

Las zapatillas voladoras

Estaba más contento que un niño con zapatos nuevos. Estrenaba, de hecho, zapatillas nuevas. De un tiempo a esta parte, había estado preparando rebosante de ilusión mi tradicional 1/2 maratón de Marzo en Frankfurt:

<1h25': Yes, we can!

Y para ayudar a tal fin, hace unas semanas decidí, pues eso, adquirir unas zapatillas voladoras, super amortiguadas, hiper aerodinámicas, y con doble turbo. ¡Ah! y lo más importante, con los colores de mi querida "Spain, twelve points".

Y todo, ¿para qué?. Para que el fin de semana pasado me enfriara -seguro que ha sido el espíritu de 1907-, y a dos semanas de la carrera haya tenido que parar el entrenamiento.


¡Olé!

Parece que empieza a formar parte de una "murphiana" tradición enfriarme siempre antes de las carreras.

Digamos que, de por sí, mi sangre no suele tener mucho excedente de glóbulos blancos -y no será por el hierro que me meto últimamente entre pecho y espalda en forma de lentejas y legumbres-. Pero, por lo visto, el hecho de haber incrementado la intensidad del entrenamiento estas últimas semanas, junto con vaya usted a saber a qué virus le ha dado ahora por visitar mi querido pueblucho de residencia, han hecho que mis anginas se hayan vuelto reivindicativas.

De verdad, el Murphy de los cullons, ¡¡no me deja en paz!! Se lo debe de pasar bien puteándome complicándome la vida.

Así que, ni zapatillas voladoras, ni plan de entrenamiento, ni hierro, ni proteínas, ni puré de verduras, ni nada de nada... Y eso que incluso llevaba una temporada sin peregrinar ni a San Mojito, ni a Santa Chirimoya -ya les explicaré en otro post-.

Pero ya les digo, el fin de semana pasado mis "Angelines" empezaron a mandarme señales de aviso sobre la presencia de invasores externos "non gratae", y ya llevo cuatro días seguidos tomando té rojo, miel, plátanos, kiwis y alguna que otra pastilla con poderes mágicos anti-inflamatorios; ustedes ya saben.

¡No, si aún daré positivo en la carrera y todo...!

El plan de entrenamiento ha tenido que ser reestructurado completamente, esto es, aplazado hasta señales corporales positivas. Tan pronto éstas ocurran, pues me imagino que habrá que preparar un plan de entrenamiento express -corre, corre que te pillo- y, el día de la carrera confiar en la Virgen de Lourdes, o en la teoría acumulativa de los corredores:

- Llevo entrenando todo el invierno y, digo yo, que de algo se acordarán mis músculos.

Sea como fuere, el 9 de Marzo me planto en la línea de salida de Frankfurt con mis zapatillas voladoras como que me llamo Óscar -españolito perdido en Alemania del Este-. El tiempo que haga al final de la carrera, ni idea. Murphy seguro que me pone una mochila en la espalda; o dos...

Pero, sin saber muy bien de dónde, uno volverá a sacar fuerzas de flaqueza para intentar romper su barrera psicológica: 1h25'.

Me imagino que los primeros 15 kilómetros los correrán las piernas, los siguientes la mente, y los últimos metros habrá que tirar de corazón.

Palabrita de españolito.


viernes, 21 de febrero de 2014

El espíritu de 1907

No puede ser. A esta madura y lozana edad que ostento, uno hacía ya mucho tiempo que tenía olvidado un sentimiento: el miedo.

Pues resulta que el otro día, mientras subía de la zona de calderas, trasteros y lavadoras de mi querida villa de residencia, de repente, un crujido hizo que un escalofrío recorriera mi tersa piel, de cabo a rabo; y no el que ustedes se imaginan.

Entrada a las profundidades de la zona de calderas
Zona "Keller" o de trasteros.
Ya saben ustedes, mis queridos lectores surrealistas, que la villa en la que resido es de principios del siglo XX; más exactamente de 1907. Y, oigan, que con un siglo XX históricamente tan convulso, lleno de acontecimientos mundiales decisivos para la configuración final del mapa mundi, vaya usted a saber si algún espíritu decidió quedarse escondido en la villa de este pueblo de Alemania... del Este.

Ya ven, a esta elaborada reflexión llegué una vez evaporado el escalofrío corporal.

Y es que, pese a tanta hiperactividad social y estrés laboral juntos, de repente, mi mente se paró a reflexionar sobre el hecho de estar solo en mi pedazo de villa. Recuerden que ha sido la semana blanca en Alemania -aunque este año no hemos tenido nieve-, los colegios han estado cerrados a cal y canto, y todas las familias desaparecidas en distintos puntos alpinos.

Pues sí, un simple crujido hizo que este españolito recuperara la noción del tiempo, digo, del miedo.

Una vez recuperada la noción -la que fuese- retomé el camino de subida a mi casa, sin prisa, pero sin pausa. Tampoco se vayan a imaginar ustedes ahora que subí las escaleras corriendo, y que cerré precipitadamente la puerta tras de mi, con los pulmones en la laringe; porque no, no fue así.

Subí la escalera pausadamente, mientras cada escalón de madera noble crujía más que el anterior. Nunca antes le había prestado atención a la escalera -mi mente que estaría en otras cosas-.

Eso sí, mientras subía, reconozco que mi cabeza decidió girarse espontáneamente un par de veces -1, 2, 3 chocolate inglés a la pared-, me imagino que para asegurarse de la ausencia de seres inertes arrugados.

Una vez a salvo -vamos, en mi piso- decidí volver a bajar. Sí, como lo oyen. Mi valentía me hizo deshacer el crujiente camino de subida, para bajar y cerrar con llave la puerta de la villa.

Puerta de entrada a la villa. Una capita de vitamina C, digo, de barniz no le vendría mal.

¡Era la primera vez, en estos casi 3 años de expatriación, que este españolito cerraba con llave la puerta de la villa!

Recuperada la compostura, es decir repantigado en mi esponjoso sofá, de repente llaman al portal. Se podrán imaginar ustedes, que en un pueblucho como éste, el que suene el timbre de la puerta es un hecho aislado y paranormal.

"El espíritu de 1907 que ha venido a saludarme".  Pensé.

Pues no, era la vecina abuelilla que venía a devolverme unos pantalones. Días atrás, unos de mis pantalones favoritos había sufrido un pequeño desgarrón -nada, un agujero de dos palmos- y como uno no sabe mucho de corte y confección, hubo que pedir ayuda.

 Al darse cuenta que había cerrado con llave la villa, se descojonó rió un poco de mi y me preguntó:

- "¿Hast du Angst?" (¿Tienes miedo?)

Y yo:

- "No, no, ¡para nada! Mira, que me ha dado por ahí...".

No sé cómo se traduce al alemán esta espontánea y evasiva frase que le solté... vamos, que seguro que le contesté algo ininteligible.

Nos besamos y abrazamos. Los abuelillos también se iban de vacaciones blancas de Febrero, y nada, volví a cerrar la villa con llave -en plan despacio para que la abuelilla no lo oyera-, y a recuperar el contacto corporal con mi sofá, quedándome solo, esta vez sí, en la villa y en la calle entera.

De verdad, menos mal que este fin de semana regresan todos. Para entonces, seguro que el espíritu de 1907 ha abandonado el hogar, y la escalera más que crujir, retumba de nuevo ante los saltos precipitados de la "kleine Ratte".

¿No será que este españolito ha nacido para estar solo, pero rodeado de gente?



sábado, 15 de febrero de 2014

La cabaña de madera naturista

Jueves 6 de Febrero, 19:30h: Este españolito salado -aunque soy más de dulces- se dirige en pelota picada a las profundidades de una cabaña de madera sita en su gimnasio guay del Paraguay.

Pelota picada = aireando las cinco extremidades.

Hasta aquí todo normal. Uno ya había concluido su rutina deportiva vespertina diaria y quería eliminar impurezas. Estoy en pleno proceso preparatorio de la tradicional 1/2 Maratón de Frankfurt del 9 de Marzo; sí, aunque Lola no esté muy halagüeña, volveremos a intentar bajar de 1h25'...

Pero bueno, de momento adentrémonos en la cabaña de madera naturista. Mis cinco extremidades felices de entrar en contacto con el aire sobre calentado; mi mente totalmente desconectada de tanta discusión laboral; y todo mi ser entero, más feliz que una alcachofa, reposando sobre una toalla amarilla a las órdenes de la gravedad.

No me dirán que no se parece a la casa de David el Gnomo...

Pasados quince minutos -uno ya a punto de irse- empiezan a entrar más y más pelotas picadas, y de repente, oigan, que la sauna se llena. Con lo poco que le gustan a uno las aglomeraciones.

"Ya estamos. Algo va a pasar. Con lo tranquilo que estaba yo."

A lo que entra un monitor dicharachero y guasón y cierra la puerta. Y ¿a qué no adivinan lo que se puso a hacer?. No, nada de eso; seguro que la imaginación de algún lector surrealista ha ido más allá... Simplemente se puso a rociar los carboncillos.

Y yo que pensaba que esto sólo sucedía en mi querido e inigualable AQUAPLEX. Pues no, en Erfurt también. Aunque aquí debo reconocer que el grado de profesionalidad del rociado es infinitamente inferior al show de Locomía original de AQUAPLEX.

En guay del Paraguay, el monitor dicharachero rocía y ventila con unos simples y nada preparados movimientos toalleros, mientras todo el mundo habla. Eso parecía "El corral de la Pacheca" (y perdón por los puristas flamencos). Vamos, ahí no había quién se concentrara, relajara, o pudiera hacer algún ejercicio de yoga -como si uno conociera alguno-.

Total, que nada más empezar el alboroto, me doy cuenta de que mi cuerpo Serrano -con quince minutos al horno- estaba alcanzando su límite superior de resistencia calórica. Pero claro, imagínense, con la cabaña llena como estaba, cómo me iba a ir.

Mi cabeza parecía una margarita (y no alcohólica): me salgo, no me salgo, me salgo, no me salgo...

Sentía cierto pudor ante la idea de hacer un paseillo con las extremidades al aire y recién empezado el rocío. Risas, comentarios, pitidos etc... Vamos, que me obligué a aguantar.

Como diría aquél: por mi, por Zaragoza, por Aragón... por España!!! Pero pasados unos interminables minutos, ni por aquél, ni por aquella, me dije a mi mismo:

" Mejor no morir en el intento. Que les den."

Me levanté y me fui. Me faltó hacerles un paseillo torero ¡oleeeee! alrededor de los carboncillos, pero no hubo huevos fuerzas.

En mitad de la ducha, mi cuerpo casi se abandonó al capricho de la gravedad. Ya me ven apoyándome en la pared cabeza abajo, esperando la recuperación del riego sanguíneo... ¡Qué momento por favor! Tumbona, extremidades arriba (la quinta no) y a los pocos minutos todo volvió a su ser...

Si hubo o no comentarios alusivos a mi persona por el abandono precipitado de la cabaña nunca lo sabré, pero sinceramente esa noche dormí a extremidades sueltas.

Dormir a extremidades sueltas = No tener preocupaciones, ni remordimientos.

Esta mañana he amanecido, también con las extremidades sueltas, y con una junta vecinal de despedida. Resulta que hoy se ha ido media Alemania -por no decir Alemania entera- de vacaciones invernales. Por estos lares, los colegios cierran una semana en Febrero y las familias aprovechan y se van a esquiar.

Ya saben, Alemania trabaja, mientras España está de vacaciones, ¿oh..?

Total, que esta mañana a las 10am, ahí estábamos todos los vecinos en el baricentro de las tres villas, dándonos besos y abrazos: Los Königen von oben con su kleine Ratte; la bella Julia y el croata con su pequeña creación; los abuelillos y este españolito ojeroso (a esas horas de las mañana mis ojos todavía siguen de huelga).

Una vez terminada la junta, uno se ha tele-transportado en su coche familiar a Paraguay. Y sí, he vuelto a caer en la tentación de la cabaña de madera naturista. Ya les contaré...

¡Feliz semana blanca!







sábado, 1 de febrero de 2014

Spinning

Una de las cosas que siempre había echado mucho de menos desde que comenzó mi bloggera expatriación -anda que no ha llovido desde entonces- son las "que-me-pongo-a-sudar-como-un-Schwein" clases de spinning en mi querido "Metropo" de Zaragoza.

Resulta que a una queridísima compañera del trabajo -María de la Oh- y a este españolito, siempre nos daba por hacer de las clases de spinning nuestro karaoke particular, y la verdad es que vivimos algunos momentos desternillantes. Tal era el descojone desternillamiento (no sé si la RARR* me acepta este concepto), plus el volumen de nuestro karaoke, que hubo ocasiones en las que llegamos a pensar que el profesor nos expulsaba de la clase; al final todo quedaba en ligeras llamadas al orden...

Total, que ya saben de mis aventuras en AQUAPLEX, de mis carreras por el bosque y, últimamente, de mi gimnasio guay del Paraguay en Erfurt. Éste último me aporta, más que nada, equilibrio espiritual, porque mis neuronas consiguen desconectar del pueblucho y de la madre que los parió a todos... (con cariño).

Pues resulta que hace un par de semanas me estrené, por fin, en la clase de spinning. ¿Y a qué no saben quién da la clase? Pues sí, mi personal trainer, Sebastian, que para algo lleva en sus piernas de ex-ciclista profesional, 7 Tours de Francia, 3 Vueltas a España y 3 Giros de Italia. Bueno, bueno, bueno.... qué risas con el Sebas!!! Es la caña.

El colega, la verdad es que, además de divertido, es especialmente amable conmigo. Siempre me habla MU-Y DES-PA-CIO PA-RA QUE LO EN-TIEN-DA TO-DO. Me parto con él.

Pues ahí estaba yo, sentado en mi bicicleta pedaleando -después de haber ajustado el asiento y el manillar por enésima vez-, esperando a que empezara la clase. A lo que viene Sebastian hacia mi, y me presenta a la que tenía pedaleando al lado: Patricia.

"Hallo! hallo... ja, aus Spanien"

Patricia, un encanto ella, recibió el encargo de enseñarme o traducirme todo lo que yo no entendiera; como si lo necesitara, pero bueno, el orgullo de uno 'selbst' lo tengo ya muy entrenado para aceptar este tipo de situaciones innecesarias... y más cuando ves que las cosas se hacen con tan buen corazón. Teoría de la relatividad de Einstein.

Ni la de la foto es Patricia, ni el de la foto soy yo. En una de éstas me cierran el blog.

Música a tope y arrancamos la clase:

"...Ziehen!!!', nach unten!!!'; komm!!!!'; alles OK Oscar?!!; ziehen!!!!'; ein Viertel nach rechts!!!!; aufhalten!!; Patricia.... beibringen!!; ein Viertel nach links!!!; warum kann Oscar noch reden??!!!!; Spannung!!!; aufhalten!!!'; ziehen!!!!; Oscar!!!!; Spannung!!!; komm!!!!..."

¡Qué mal suena el alemán a gritos, por Dioniso! Eso parecía la guerra... Les traduzco a  mi manera:

"...Tirar!!; hacia abajo!!!; ¿todo bien Óscar? (levanté el dedo pulgar); tirar!!!; un cuarto hacia la derecha!!! (la resistencia); mantener!!; No sé qué de Patricia enséñale....??!; un cuarto hacia la izquierda!!; ¿Por qué Óscar puede hablar todavía? (me pilló marujeando y de risas con Patricia); tensión!!; mantener!!; tirar!!; Óscar!!!; tensión; vamos!!!..."

Al final de la clase, otra cosa no sé, pero mi nombre seguro que se lo aprendieron todos de memoria.

De verdad, fue surrealista. Estoy por regalarle a Sebastian un micrófono pequeñito -como los de Britney Spear- porque en una de éstas, se queda sin voz.

Esa noche, regresé a mi tercio de villa con los 'Oberschenkel' cabreados y gritándole espasmódicamente a las neuronas. Y estas últimas, muertas de la risa y deseando volver a la guerra... No, si al final hasta me acabaré aprendiendo la anatomía humana entera en el idioma de Goethe.

Oberschenkel: cuádriceps (aunque también pueden ser las contrapatas del pollo, o por lo menos eso pone en las bandejas de pollo que compro en el super).

¿Saben qué? Después de lo convulso que fue mi final de año, estoy encantado de, por fin, haber vuelto a mi rutina personal/profesional/deportiva, surrealista y divertida en grado máximo, en éste mi querido pueblecillo de Alemania... del Este.

Como diría Mario Vaquerizo: ¡Me encanta!

Y es que, cada vez lo tengo más claro, me encanta poder disfrutar de estos pequeños grandes momentos.


(*RARR: Real Academia del Relincho de Rocinante)