* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

sábado, 15 de febrero de 2014

La cabaña de madera naturista

Jueves 6 de Febrero, 19:30h: Este españolito salado -aunque soy más de dulces- se dirige en pelota picada a las profundidades de una cabaña de madera sita en su gimnasio guay del Paraguay.

Pelota picada = aireando las cinco extremidades.

Hasta aquí todo normal. Uno ya había concluido su rutina deportiva vespertina diaria y quería eliminar impurezas. Estoy en pleno proceso preparatorio de la tradicional 1/2 Maratón de Frankfurt del 9 de Marzo; sí, aunque Lola no esté muy halagüeña, volveremos a intentar bajar de 1h25'...

Pero bueno, de momento adentrémonos en la cabaña de madera naturista. Mis cinco extremidades felices de entrar en contacto con el aire sobre calentado; mi mente totalmente desconectada de tanta discusión laboral; y todo mi ser entero, más feliz que una alcachofa, reposando sobre una toalla amarilla a las órdenes de la gravedad.

No me dirán que no se parece a la casa de David el Gnomo...

Pasados quince minutos -uno ya a punto de irse- empiezan a entrar más y más pelotas picadas, y de repente, oigan, que la sauna se llena. Con lo poco que le gustan a uno las aglomeraciones.

"Ya estamos. Algo va a pasar. Con lo tranquilo que estaba yo."

A lo que entra un monitor dicharachero y guasón y cierra la puerta. Y ¿a qué no adivinan lo que se puso a hacer?. No, nada de eso; seguro que la imaginación de algún lector surrealista ha ido más allá... Simplemente se puso a rociar los carboncillos.

Y yo que pensaba que esto sólo sucedía en mi querido e inigualable AQUAPLEX. Pues no, en Erfurt también. Aunque aquí debo reconocer que el grado de profesionalidad del rociado es infinitamente inferior al show de Locomía original de AQUAPLEX.

En guay del Paraguay, el monitor dicharachero rocía y ventila con unos simples y nada preparados movimientos toalleros, mientras todo el mundo habla. Eso parecía "El corral de la Pacheca" (y perdón por los puristas flamencos). Vamos, ahí no había quién se concentrara, relajara, o pudiera hacer algún ejercicio de yoga -como si uno conociera alguno-.

Total, que nada más empezar el alboroto, me doy cuenta de que mi cuerpo Serrano -con quince minutos al horno- estaba alcanzando su límite superior de resistencia calórica. Pero claro, imagínense, con la cabaña llena como estaba, cómo me iba a ir.

Mi cabeza parecía una margarita (y no alcohólica): me salgo, no me salgo, me salgo, no me salgo...

Sentía cierto pudor ante la idea de hacer un paseillo con las extremidades al aire y recién empezado el rocío. Risas, comentarios, pitidos etc... Vamos, que me obligué a aguantar.

Como diría aquél: por mi, por Zaragoza, por Aragón... por España!!! Pero pasados unos interminables minutos, ni por aquél, ni por aquella, me dije a mi mismo:

" Mejor no morir en el intento. Que les den."

Me levanté y me fui. Me faltó hacerles un paseillo torero ¡oleeeee! alrededor de los carboncillos, pero no hubo huevos fuerzas.

En mitad de la ducha, mi cuerpo casi se abandonó al capricho de la gravedad. Ya me ven apoyándome en la pared cabeza abajo, esperando la recuperación del riego sanguíneo... ¡Qué momento por favor! Tumbona, extremidades arriba (la quinta no) y a los pocos minutos todo volvió a su ser...

Si hubo o no comentarios alusivos a mi persona por el abandono precipitado de la cabaña nunca lo sabré, pero sinceramente esa noche dormí a extremidades sueltas.

Dormir a extremidades sueltas = No tener preocupaciones, ni remordimientos.

Esta mañana he amanecido, también con las extremidades sueltas, y con una junta vecinal de despedida. Resulta que hoy se ha ido media Alemania -por no decir Alemania entera- de vacaciones invernales. Por estos lares, los colegios cierran una semana en Febrero y las familias aprovechan y se van a esquiar.

Ya saben, Alemania trabaja, mientras España está de vacaciones, ¿oh..?

Total, que esta mañana a las 10am, ahí estábamos todos los vecinos en el baricentro de las tres villas, dándonos besos y abrazos: Los Königen von oben con su kleine Ratte; la bella Julia y el croata con su pequeña creación; los abuelillos y este españolito ojeroso (a esas horas de las mañana mis ojos todavía siguen de huelga).

Una vez terminada la junta, uno se ha tele-transportado en su coche familiar a Paraguay. Y sí, he vuelto a caer en la tentación de la cabaña de madera naturista. Ya les contaré...

¡Feliz semana blanca!







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