* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

sábado, 17 de mayo de 2014

Dancing in the rain

No sé ni por dónde empezar.

El otro día vivimos el festival de Eurovisión a la española, esto es, cena en casa con unos amigos y bien aprovisionados de vinos, quesos, embutidos ibéricos y la mejor tortilla de patata del mundo... ¿Se hacen una idea?

El espectáculo musical fue de lo más, como les diría yo, particular... pero las risas que se generaron durante la velada fueron realmente impagables.

Como todo buen evento que se precie inauguramos la velada con una copa de burbujitas. Y para una ocasión tan especial -ya saben que cada ocasión puede ser especial- nos olvidamos de las típicas burbujitas independentistas catalanas y nos decantamos por las "que-no-se-caiga-ni-una-gota" burbujitas francesas. La cena estuvo maridada con Viña Herminia y el postre con Gvine-tonic y uvas.

Seguro que ya se han terminado de hacer una idea de la velada.

Esta preciosa botella fue indultada.
Gvine-tonic con uvas. Sencillamente espectacular.

Comienza el festival:

Ese hamster rodando. Esas porno polacas lavando la ropa. Esas tetas a punto de explotar. El grupo parchís. Una mujer con barba -mi barba tiene tres pelos, tres pelos tiene mi barba, si no tuviera tres pelos, pues no sería una barba-. Los Take That 1. Los Take That 2. ¡Menudo espectáculo! Y de repente... la gran Ruth Lorenzo.

Termina la actuación española y suelta la genuina madre de mi querida familia numerosa:

- Pues a mí no me ha gustado nada.

- Pues a mí sí. Le contesta otra españolita.

- Estoy en desacuerdo total con todo lo que acabas de decir.

Se abre la veda. Que si la puesta en escena, que si la voz, que si ha cantado en inglés, que si en España hay más arte, que si no se ha movido...  Hubo comentarios para todos los gustos, pero si algo está claro es que la chavala cantó muy bien. A todo esto, uno de los retoños de la familia numerosa...

- ¡Que os calléis! ¡que no puedo dormir! Me parto.

Nos arrancamos a dar points. Ya saben, del 1 al 12 y echándole un poquito de imaginación. Y de repente, Brasil calling via skype... Momento transoceánico mágico total para recibir los puntos de un jurado amigo.

Mis twelve points fueron a parar, como no podía ser de otra manera, a mi querida Spain-twelve points. Y sí, me gasté el dinero de un SMS para enviar el televoto. ¡Qué generoso!

A este españolito, oigan, que le gustó mucho Ruth Lorenzo. Por lo bien que canta y sobre todo por su carácter. Últimamente me estoy haciendo fan incondicional de todo aquel españolito o españolita que me demuestre que se esfuerza y lucha por aquello que quiere... y Ruth parece que pertenece a ese grupo de pura raza.

Y el lema de la canción es sencillamente genial. Suena simple, pero es muy cierto y adecuado. Me imagino que en eso consiste este juego vital, ¿no? En aprender a bailar bajo la lluvia. Este españolito se lo lleva aplicando a rajatabla -tabla rajada- desde hace ya una buena temporada.

Por este pueblo de Alemania... del Este ya saben que se pega el día lloviendo -y a veces sin agua- así que, qué mejor que aprender a bailar bajo ella. ¿No les parece?

Dancing in the rain!


El día después de Eurovisión bailamos, literalmente, bajo la lluvia. El DJ lo flipó. Se pueden imaginar que ahí no bailaba ni Dioniso.


jueves, 15 de mayo de 2014

Todos con el balonmano

El otro día viví un acontecimiento deportivo mundial memorable. Y eso que uno no anda precisamente sobrado de memoria; ya saben, Dora la exquisita.

Resulta que me invitaron a ver un partido de balonmano del equipo local: el ThSV pueblo de Alemania... del Este. Sí, por estos lares hay mucha tradición balonmanística desde los tiempos de María Castaña -vaya usted a saber quién fue ésta- y, claro, la gente lo vive y quieren que lo vivas.

De hecho el año pasado se produjo una excitación global del planeta, digo del pueblo, cuando el equipo local consiguió subir a primera división: la Bundesliga, la mejor liga de balonmano del mundo. Uno de cada dos vecinos lo comentaba. Y para que se hagan una idea, como el pueblo tiene cuatro vecinos, pues dos comentaron la jugada.

¿Y por qué es la mejor liga del mundo? se preguntarán ustedes. Pues porque en Alemania hay euros euros du-bi-dú  y los mejores jugadores de balonmano, como cualquier otro españolito perdido por el mundo -no nos engañemos- también juegan por dinero. De esta lucrativa y deportiva manera fue como uno de los mejores jugadores de balonmano de España acabó perdido por estas tierras de Dioniso a principios de año. Si es que lo que no suceda en este pueblucho...

Como se podrán imaginar ustedes, mis queridos lectores surrealistas, iba a faltar tiempo para que nos conociésemos entre los españolitos residentes. ¿Recuerdan a la genuina madre de mi querida familia numerosa? Pues con su característica alegría de vivir conoció, cómo no, a esta nueva pareja española deportista y nos integró al resto en el apasionante mundo del balonmano.

Y así fue como el otro día decidí dejarme ver por el pabellón municipal del pueblo dispuesto a presenciar el partido de la semana.

Les pongo en situación:

Una masa humana de conciudadanos ingiriendo sin mesura panecillos con salchichas (Thüringen Bratwurst) y litros de cerveza. Mezclado entre la masa y también cerveza en mano, un españolito confraternizando con sus compañeros del trabajo. Todo el mundo, claro está, enfundado con las camisetas y bufandas azules del equipo local.  Ahí me dije a mi 'selbst':

- Joer, estos lo viven de verdad. Y yo de esta guisa, ¡vestido de pijo español! ¡Olé! Bueno, por lo menos he acertado con el color de la camisa...

Total, que entramos en el pabellón y el ambiente se empieza a caldear.

La charanga estaba en el fondo norte.
Como todos daban palmas, pues yo también. Sinceramente, uno es más de ¡vamos Rafa!, pero bueno, entre gritos ininteligibles en alemán de mis colegas colindantes, aún se me escapó algún que otro grito de ánimo al susodicho jugador español. Yo lo flipaba conmigo mismo, y los pitufos colindantes también. La sangre española, ya saben...

Me aprendí las reglas del juego: "Zwei Minuten" (2'), "Sieben meter" (7m), etc... y hale, ahí estaba aplaudiendo y gritando como uno más. Las gradas del pequeño pabellón municipal estaban abarrotadas. Les diré que el pabellón es tan pequeño que, por normas de la Bundesliga, les han obligado a ampliar el mismo con una cuarta grada. De momento, como no parece que el equipo se vaya a mantener en primera división, el ayuntamiento del pueblo les está dando largas con el proyecto de ampliación.

Total, que al final van y ganan. Sí, el ThSV del pueblo. ¡Histórico! ¡Inolvidable! (incluso para Dora). Nadie, y digo bien, nadie se esperaba ganar. El equipo va penúltimo en la liga y los ánimos digamos que no estaban precisamente por las nubes. Pero este españolito, que a optimista a veces no le gana nadie, había recibido de Lola una señal victoriosa; me imagino que fue una mezcla de optimismo e ignorancia del balonmano.

La alegría del trabajo bien hecho y encima con premio.
El caso es que ganaron ante el delirio y sopresa de todos los pitufos hinchas. ¡Venga! ¡Ronda de perritos calientes (Thüringen Bratwurst) y cerveza para todos!

Ante la alegría etílica de los pitufos hinchas, este españolito mantuvo la compostura. Oigan que el pueblo es muy pueblo y por aquí todo el mundo se conoce. Además, como se podrán imaginar, el hecho de ser españolito instalado no ayuda a pasar desapercibido; y menos vistiendo de pijo, camisa azul a cuadritos ideal de la muerte. Ahora, no vean el análisis técnico del partido que me lancé a hacer entre los hinchas y compañeros varios. El mejor jugador, por supuesto, el español.

Ya ven, en lugar de animar al Real Zaragoza todos los domingos como en mi época adolescente, ahora -en una época ya más pre-madura- me dedico a animar al equipo de balonmano ThSV del pueblo. Ya saben, la adaptación de la especie humana al medio según el amigo Darwin.

Pero de verdad, me alegré y mucho por la victoria. Primero por mis conciudadanos. No vean la ilusión con la que animan y viven el balonmano. Todo el partido dando palmas sin arte. Algunos hasta lloraban. Me imagino que en algunos casos serían lágrimas de alcohol y en otros de emoción sincera. Y segundo, por el deportista profesional español, porque se lució y porque sinceramente percibí en él mucho esfuerzo y trabajo. ¡Viva el talento español disperso por el mundo!

En fin, que el equipo baja a segunda división. Sólo quedan dos partidos y ya no hay ninguna posibilidad. Los pitufos hinchas están tristes pero ilusionados por volver a subir a primera división al año que viene. Pues oye, que nadie les quite la ilusión, ¿no les parece?

De momento iremos al partido de clausura la semana que viene a echar el cierre de la temporada. A lo mejor hasta tiran fuegos artificiales. Bueno, lo de los fuegos artificiales es, de verdad, para un capítulo aparte. Compartiremos salchichas, cervezas y abrazos varios con mis conciudadanos y compañeros del trabajo y ya nos despediremos del campeón español.

Ya saben, unos vienen, otros se van y algunos nos quedamos una temporada más en éste nuestro querido pueblo de Alemania... del Este. Y lo bien que nos lo pasamos....

¡Hasta pronto!


viernes, 2 de mayo de 2014

Semana Santa 3: El castillo abandonado

Bienvenidos al Ostsee: destino vacacional por excelencia de todos los alemanes criados en esta parte oriental de Alemania; más que nada porque es el trozo de mar que les quedó en su lado del muro...

Warnemünde 1

Warnemünde 2
Warnemünde 3
Pero no nos despistemos con mi arte fotográfico y vayamos al meollo de la cuestión. Y es que uno había subido al norte de Alemania, no para hacer fotos Instagram, sino para celebrar el 50 cumpleaños de mi querida Königin von Oben (la vecina de arriba), tersa y firme como ella sola. Para tal ocasión, la homenajeada había decidido organizar una celebración gitana; lo de gitana, más que nada porque la fiesta "miarma" se iba a prolongar durante tres parecía-que-no-se-acababan-nunca días.

Los invitados: su familia más íntima + este españolito, que cunde más que la Coca-cola.

Llegamos a Malchin, lugar de nacimiento y crecimiento de mi querida Königin v.O. Recuerden, este españolito todavía con depresión post-vacacional tras una semana en "Spain-twelve points" llena de risas y buenos recuerdos; mira como cuando quiere, Dora se acuerda de todo...

De Malchin nos desplazamos a Bredenfelde, cuyas calles, perdón, caminos de tierra estaban vacíos no, lo siguiente. La flor de colza ondeaba sus melenas al viento creando un paisaje amarillo muy característico alemán, y es que el aceite de colza es el más utilizado en este sacro país (¡viva el aceite de oliva!). La arquitectura muy al estilo belga/holandés (antiguas colonias del SIRG). Ni un coche. Ni una moto. Y de repente, un tractor. Bueno, bueno, bueno...

Total, que llegamos al castillo de Bredenfelde donde iba a tener lugar la celebración gitana. Nos adentramos en el castillo y noto que, por arte espiritual, un escalofrío recorre todo mi ser. Sobre nuestras cabezas, un conejito funambulista automático pedaleaba nervioso en una bicicleta a lo largo de un cable colgante. ¡Madre mía!

En la recepción, un anciano con una americana dos tallas más grandes que su menudo cuerpo y una media voz apenas perceptible nos daba la bienvenida. Una familia de gatos merodeaba alrededor. De repente, dos de ellos se mosquean vaya usted a saber por qué, y se atacan ferozmente. "Die kleine Ratte", la hija de mis vecinos, retrocede asustada en su intento por acariciar al más grande de ellos. En ese momento pensé:

- Esta noche va a ocurrir un asesinato, y a la mañana siguiente habrá que descubrir el asesino. 

¿Se acuerdan de El Cluedo? Pues igual...

Entro en mi cuarto y me digo:

- Esta noche me cierro la puerta con llave como que me llamo Óscar.

Lo hago y de repente me encuentro con un gato.

- Joder, joder joder, ¿tú qué haces aquí?

El gato
El castillo
La habitación
La colza

Echo al gato de la habitación y le sigo la pista hasta la recepción; realmente necesitaba el password de la WIFI. La recepción la encuentro vacía y presiono el timbre. Ni rastro de nadie.

- El abuelillo seguro que ya se ha quedado traspuesto.

Percibo una tenue luz de televisión en un cuarto oscuro al final del pasillo. Me acerco y observo a una recia mujer de pelo color colza tambaleándose sobre una mecedora y tejiendo. A su lado, engullido por un sillón, el que resultaría ser el cocinero del castillo, domador también de la familia numerosa gatuna. Consigo el password de la WIFI y me encierro en mi habitación. Les juro que me fui a dormir con los cinco sentidos activados. Bueno, realmente me quedé dormido pensando:

- Anda que no tenían que gastar en calefacción antiguamente para calentar habitaciones tan desproporcionadas.

Al día siguiente, me puse el traje de faena, bodas, comuniones y "Party nº5" y, sin ganas pero con decisión, me lancé al ruedo social familiar. ¡No vean! Todo el día de vinos, cafés, Kuchen (tartas), comidas... Lo mejor fue la carta dedicatoria de la madre de mi querida Königin v.O. Le puso tanto sentimiento que hasta consiguió despertar a mis gallinas cutáneas. Y entre emociones y abrazos varios, percibí que la mayoría de los asistentes iban con sus mejores galas deportivas, mientras cuatro gatos -no los de las recepción- y este españolito iban de etiqueta. ¡Viva la Puri! (Purificación García).

El resto de la celebración pues imagínense... Uno, como ya no sabía ni de qué hablar, ponía el modo off en mitad de las conversaciones. Sólo temas tan trascendentales como que la tía de mi querida Königin v.O vive en un camping nudista conseguían captar mi atención y activar el modo "venga va me integro de nuevo".

Les reconozco que estaba deseando que terminara la celebración "miarma" para poder regresar a mi querido pueblecillo de Alemania... del Este. Quién me lo iba a decir a mí que, a estas alturas de mi vida, hasta me alegraría por regresar a mi pueblucho de residencia. Y así fue.

Al final, ni asesino ni nada. Pero el recepcionista, la tejedora y el domador, digo el cocinero, ahí seguirán por los siglos de los siglos, rodeados de gatos y de un cojenito funambulista, organizando todo tipo de bodas, bautizos y efemérides varias en el castillo abandonado.

Y... colorín colorado, la Semana Santa se ha terminado.