* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

jueves, 19 de febrero de 2015

El burro fotogénico

Amanezco. Miro a través del estor cero estanco de mi habitación y observo que hay luz en la calle. Dora empieza a desperezarse y a reflexionar.

-¡Joder! ¡Si tengo que ir a trabajar! No me lo puedo creer. Me he quedado dormido.

Miro el móvil y observo que está apagado. Pues muy bien, a buena hora ha decido auto-apagarse. De "smart phone" tiene muy poco.

Pero vamos, tampoco se vayan a creer a hora que he saltado de la cama en plan muelle. No. El amanecer lo tengo estandarizado y no perdono mi desayuno rico en vitaminas y potasio: zumo de tri-naranjas, plátano, cucharón de miel y el príncipe azúl nadando a mariposa en café con leche.

Les reconoceré que tanto desayuno plátano-miel-vitaminado no sirve para nada porque ya llevo dos resfriados en lo que va de año. Pero bueno, por lo menos disfruto del momento desayuno mientras leo la prensa no local; me interesan muy poco las noticias del pueblo.

Una vez acicalado, pero sin afeitar -algún remordimiento tenía y decido ahorrar tiempo- me meto en mi super coche y salgo disparado dirección a mi lugar de trabajo.

No sé si se acordarán mis queridos lectores surrealistas de mi post "hala, venga, tira". Pues resulta que en la misma calle de aquel post -no hay muchas más calles en el pueblo- ya hace un tiempo me pusieron una multa por exceso de velocidad. En zona urbana, o puebluna, sólo está permitido conducir a 30km/h y como yo llevo muy mal eso de la integración, sigo conduciendo a 50km/h.

Las multas por este país no son caras pero, eso sí, son muy frecuentes. No pasan ni una.

Total, que esta mañana, ya saben, con las prisas, los pelos un poco a la virulé y la barba de tres días -look trendy forzoso- decido acelerar un poquito. Nada, eso que el subconsciente del pie decide presionar ligeramente el acelerador. Pues oigan, que al momento un flash me ha dado en toda la jeta y encima por el lado derecho -mi peor perfil-. He de reconocer que el tamaño de mi narizón se acentúa a estribor.

¿Se pueden creer que era el mismo radar que me puso la multa el año pasado? Claro, en el momento del flash desaceleras, pero ya es demasiado tarde. Seguro que hay algún policía descojonándose desternillándose de risa... -Nada, a ver cómo salgo en la foto.

Llego a la oficina y mi queridísima secretaria me espera con doble cara: -1) a éste le pasa algo y 2) ya era hora. Decido no desvelarle mis desventuras matutinas y obligo a Dora a centrarse en la agenda.

En fin, ya saben aquello de: "ningún burro tropieza dos veces en la misma piedra"

Pues nada, ya sé que no soy un burro.



El burro fotogénico



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