* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

domingo, 1 de marzo de 2015

3 cafés

Despierto en la cochera, conclusión ésta que ha requerido un cierto tiempo de reflexión.

En casa de mis queridos Teufelcillo y Pedro (T&P) siempre se celebra una fiesta a las cinco de la madrugada en honor de sus hijos. Super-E se despierta y no hay quien lo pare. Su hermana, la reina Sophi-A le acompaña y se monta la jarana.

Yo, que pernocto siempre en la cochera -o suite 105- la verdad es que no me suelo enterar de mucho, pero al final siempre me despierta alguna voz y, cuando por fin me ubico en el mapa, esbozo una sonrisa y pienso:

- Qué agradable despertar.

Son las siete de la mañana. Subo las escaleras y me encuentro en la cocina a Pedro preparando el primer biberón matutino para Super-E. Su cara lo dice todo, pero no protesta. Es su rutina. Mientras termina la fiesta matutina, decido ir a comprar café y pan a la panadería del final de la calle.

Hace un frío que pela. Abrigo, guantes y gorro.

Llego a la panadería y pido 3 cafés, 3 croissants y 6 panecillos. Me voy tan contento, con los cafés encajados en una especie de huevera y pensando en el frío que hace. A lo que estoy a mitad de camino, deseando llegar a la puerta de la casa de T&P, me doy cuenta de que voy sin guantes. Se han quedado en el mostrador de la panadería.

- Vaya, hay que volver.

Vuelvo. Hallo. Hallo. Que me he dejado los guantes. Sonrisa de "estoy todavía un poco dormido". Los cojo y emprendo el camino de vuelta ensimismado de nuevo en mis pensamientos:

- ¡Qué frío de mierda! 

Yo creo que fue tener ese pensamiento tan negativo terminado en mierda, o bueno, a lo mejor el simple hecho de intentar ponerme un guante en una mano, haciendo equilibrios con la huevera de los cafés en la otra y la bolsa de los panecillos y croissants colgando del dedo meñique, lo que hizo que me llegara un castigo del cielo y me volcara la bandeja de los cafés.

- Achh, neeeee!! (Onomatopeya espontánea que me suele salir después de tanto tiempo en Alemania),

Los tres cafés a tomar viento fresco -fresco de verdad- y mi mano y mi guante a medio poner, llenos de café.

Hale, de nuevo camino de vuelta. Me cruzo con un viandante que también venía de la panadería y me sonríe como diciendo.

- Pues sí que te lo estás pasando tú bien a las 7 de la mañana.

Entro en la panadería. Hallo. Hallo. Que se me han caído los cafés. Sonrisa de "por favor no haga comentarios y ponga de nuevo 3 cafés".

Ya se podía haber apiadado de mí la encargada y haberme regalado los tres cafés, pero no. Estamos en Alemania.

A la tercera fue la vencida y llegué al hogar con mis 3 cafés. La fiesta de disfraces matutina -ojeras, pijamas y pies descalzos- ya se había traslado de la zona de dormitorios a la zona del salón y cocina. Super-E juega con mi maleta ante la atenta mirada de Pedro. La reina Sophi-A va disfrazada de sevillana. Teufelcillo exprime naranjas y yo llego chorreando café...

¡Que viva el alboroto!

Les confesaré que la cochera y todo lo que ella representa se convirtió hace ya un tiempo en uno de los pilares de mi surrealista expatriación. Teufelcillo y Pedro entraron en mi vida, o yo en la de ellos, o viceversa, hace ya más de tres años. Todo comenzó con un loco fin de semana en Los Alpes, al cual yo nunca quise asistir, y ya ven, tres años después, aquí estamos.

Sin pedir explicaciones. Estando, aún sin estar. Escuchando y compartiendo. Disfrutando.

Ya ven...

3 años, 3 amigos, 3 cafés.



Espectacular atardecer en uno de mis múltiples viajes a Frankfurt; de camino a la cochera...



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