* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

domingo, 12 de abril de 2015

La copa de vino medio llena

Después de tanto ir y venir -un pasito p'alante y otro p'atrás- les puedo asegurar que llevo seis días seguidos, y sin protestar, en el pueblecillo ése de algún lugar de Alemania... del Este.

Y, ¿saben qué? ¡¡El invierno ya se ha ido!! (Bien de negrita y exclamación).

Los pajaritos hacen coros matutinos de acompañamiento al perro tenor del vecino. Ya tenemos luz natural vespertina, o viceversa, luz vespertina natural. Qué natural y vespertina es la luz... Ya he apagado los radiadores en mi 1/3 de villa. Les parecerá una tontería, pero les puedo asegurar que todo esto ayuda considerablemente a mantener en equilibrio la copa de vino medio llena.

Mi aventura americana contribuyó, y mucho, a empezar a llenarla. Y mi espontáneo paso Santo el fin de semana pasado por la ciudad que me vio nacer, digamos que remató la faena y de paso rellenó mi lorza marciana.

Pero como todo lo bueno es temporal -la historia así lo atestigua-, llegó el momento de regresar a la realidad. Toca seguir descubriendo el pueblo un poquito más, aunque tampoco es que vaya a poner mucho esfuerzo en ello...

Por aquí todo sigue igual. Como si no pasara el tiempo. Los viandantes siguen concentrados en sus ombligos. El vecino te saluda y te dice que por fin se ha ido el invierno. -Pues sí, ¡a Dioniso gracias! La hija de mis queridos "Königen von Oben" (los vecinos de arriba) juega en el jardín todas las tardes y, llegue a la hora que llegue del trabajo, me sale a recibir y a darme un abrazo. A continuación me voy a correr. Disfruto de mi música española mientras galopo, rollo integración teutona total. Algunas personas por la calle me saludan. Devuelvo los saludos consciente o inconscientemente, eso sí, siempre con una sonrisa. Ya saben que me encantan las sonrisas anónimas gratuitas. Al llegar a casa recibo un whataspp. Te he visto corriendo. Me he cruzado contigo con el coche y no me has visto. 

- Vaya... Parece que no siempre saludo. Pedazo de miope.

En fin, que para celebrar el final del invierno y la tan esperada llegada de la primavera, hoy vamos a hacer nuestra primera barbacoa en la jardín. Lo cual me recuerda que en breve tendremos que empezar con la laboriosa y obligada tarea vecinal de cortar el césped.

Uy, perdón, que de repente se me ha vaciado un poquito la copa. 

- ¡Qué bien! El césped está vivo y vuelve a crecer... y encima verde. Fenomenal. 

La comuna vecinal al completo ha sido convocada a las cuatro de la tarde. Ahí, en mitad de la siesta. Pero bueno, me imagino que haremos un esfuerzo Darwin de adaptación al medio, por ello de no dar la nota y alimentar su manual de tópicos. Españolito: fiesta, siesta y ¡olé!

Todos los vecinos han confirmado asistencia, vamos que la barbacoa siesta interruptora va a ser una multitudinaria orgía de carne y vino en plan que se pare el pueblo (un poco más todavía).

Ya ven, todo vuelve a la normalidad. Ya les iré poniendo al día de lo que acontezca; ustedes bien saben que esto es un hervidero de acontecimientos. Un momento, que llaman a la puerta...

En fin, que me voy a preparar para la barbacoa, vamos que me voy a echar una siesta prematura. 

Me despido deseándoles a todos ustedes, queridos lectores surrealistas, muchos fines de semana llenos de barbacoas primaverales y copas de vino medio llenas... aunque a veces tengan que hacer algún que otro equilibrio. Y si el vino es bueno, mejor que mejor.

¡Viva el sol y la piel morena! ¡Viva!


Río Hörsel: es como ir corriendo por el canal imperial de Aragón. Igualito.
Esta mañana no he podido evitar hacer esta foto a los abuelillos paseando.


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