* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

lunes, 22 de junio de 2015

Rennsteig Staffellauf III

Nos despeñamos por el monte cual cabras montesas esquivando piedras y ramas de árboles sin ton ni son. Si la subida ha sido tremenda, la bajada no desmerece. Benjamin -mi ciclista acompañante- me mira desde la distancia entre atento y alucinado. -Éste se la pega.

En la distancia -allá por Alicante- observo unos cuantos corredores y me propongo alcanzarlos. Adelanto a unos cuantos de ellos. De repente, una rama decide ponerse en el camino del colega que va a mi lado y lo manda de bruces al suelo. Vuelvo, le ayudo a levantarse y le pregunto si puede seguir. Parece que no. Se resiente de la mano y se queda esperando a su ciclista de acompañamiento. Su sueño truncado por una rama.

Retomo mi bajada por Despeñaperros al son de ton. Esto es un descontrol total y absoluto. Mis seis sentidos -soy medio anfibio y multi sentidos- los pongo a disposición de mi instinto de supervivencia. Algo me dice -¿no será la caída que acabo de observar?- que es importante llegar a Alicante.

De repente llegamos a un terreno algo menos abrupto e intento programar mi velocidad crucero de 1/2 maratón (4min/km). Pero no, la tranquilidad dura menos que el tiempo de programación y, venga, otra vez ¡para arriba! Y para abajo... -¡Madre mía! ¡Pues sí que me había estudiado yo bien el perfil de la etapa!

Pero bueno, pese al despeñadero y sus cabras, parece que me encuentro bien y sigo trotando cual gacelilla salvaje a buen ritmo. La evolución de la especie. La cabra montesa que deja paso a la gacelilla. Miro hacia arriba: -¡Anda! ¡Alguien ha desencapotado el cielo! Miro el reloj. -¡Vamos justos, pero bien!

Benjamin me desvela la llegada de la quinta y última subida: -¡Ánimo! El colega es parco en palabras, pero decisivo e influyente. Consigo programar, esta vez sí, la velocidad de crucero. ¡A disfrutar se ha dicho ! El "Thüringer Wald" (el bosque de esta región) es sencillamente espectacular, pero el esfuerzo acumulado en Despeñaperros empieza a pasar factura y, por si el ruido de mi respiración no es suficientemente elocuente, le exteriorizo mi cansancio a Benjamin:

- Ich kann nicht mehr (no puedo más). 

- Ich habe nichts gehört, los! (no he oído nada, ¡venga!).

Nada, que no me puedo quejar. Un poco de avituallamiento y acelero. Vuelvo a mirar el reloj.

-Anda, deja ya de mirar tanto el reloj y acelera. Joer, si no he hecho otra cosa en toda la etapa que acelerar. 

Y cuando parece que la meta nunca va a llegar, Benjamin me pregunta si puedo seguir solo. Le miro a los ojos y sólo puedo decir: -Ja. Danke. Esprinta y desaparece. 

De repente oigo el clamor de la gente. La reacción química en mi piel es instantánea. No sé de dónde saco las fuerzas pero estoy esprintando. La cantidad de veces que habré corrido solo por este bosque en mis casi cuatro años de expatriación y nunca lo había disfrutado tanto. 

Aunque todavía no sé muy bien cómo, consigo pasarle la pulsera con el chip y la piedra al último relevista, que sale disparado. Entre temblor y temblor de piernas, empiezan a llegar el resto de componentes del equipo y me abrazan. -So ein tolles Gefühl (me siento genial)

Rennsteig Staffellauf: una experiencia que, de verdad, nunca olvidaré.

¡Anda, que no da de sí este pueblecillo de Alemania... del Este! 

Hasta la próxima aventura.


P.D. La piedra llegó al río Werra. La persona que la lanzó, lo hizo con tanta energía y con una sonrisa  tan sincera y contagiosa, que no tuve ninguna duda sobre la consecución de los deseos. Durante el vuelo de subida de la piedra pedí un deseo y durante el vuelo de bajada... lo repetí, por si acaso. La piedra entro en el río y esbocé una sonrisa. Nos habíamos ganado todos una buena cerveza y una "Thüringen Bratwurst". 







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